

Por: Nancy Gramigna
a desaparición de Brenda del Castillo (20), Morena Verri (20) y Lara Gutiérrez (15) mantuvo en vilo al país desde la noche del viernes 19 de septiembre, cuando se las vio por última vez en la rotonda de Crovara y El Tiburón, en La Tablada, subiendo a una camioneta Chevrolet Tracker blanca.
Las familias denunciaron la ausencia de inmediato y, desde entonces, se desplegó un operativo que incluyó el análisis de cámaras de seguridad y el rastreo de antenas de telefonía celular. La última señal de uno de los teléfonos ubicaba a las jóvenes en Florencio Varela, lo que llevó a los investigadores a concentrar allí la búsqueda.
La madrugada del miércoles 24, la policía halló los cuerpos enterrados en el patio de una casa en la esquina de Jáchal y Chañar. Los restos estaban desmembrados, cubiertos con escombros y bolsas de residuos. Pericias forenses confirmaron que las tres habían sido torturadas antes de ser asesinadas, en un crimen de extrema violencia que conmovió a la opinión pública.
Los allanamientos permitieron secuestrar prendas quemadas, restos de sangre y hasta una camioneta incendiada en la zona. Por el caso hay más de diez detenidos, algunos con antecedentes en narcotráfico, y un prófugo señalado como autor intelectual: el peruano apodado “Pequeño J”, supuesto líder de la organización criminal.
El ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, sostuvo que las chicas fueron “engañadas y llevadas a una trampa por una banda narco”. La principal hipótesis apunta a una venganza vinculada con el tráfico de drogas, aunque no se descartan otras líneas de investigación.
La noticia provocó indignación y dolor en todo el país. Organizaciones feministas y de derechos humanos convocaron a marchas bajo la consigna “Ni Una Menos”, reclamando justicia y el fin de la connivencia entre el narcotráfico y sectores del poder.
La fiscalía avanza con imputaciones por homicidio calificado por ensañamiento y violencia de género, lo que configura un triple femicidio que quedará entre los episodios criminales más brutales de los últimos años en Argentina.
FUENTE: LA NACIÓN